Según el diccionario de la lengua española **discriminar** es: "_Dar trato desigual a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, de sexo, de edad, de condición física o mental, etc_." Tenemos entonces que la desigualdad es la ruptura de la homogeneidad de un conjunto, a su vez que un reconocimiento y validación de su existencia. Los hombres y mujeres no son ni remotamente un grupo homogéneo, sin embargo, padecen de una patológica necesidad por pertenecer a algo que los identifique; ricos y pobres, altos y bajos, feos y bonitos, creyentes y paganos. Este fuerte deseo colectivo por diferenciarnos nos ha llevado a discriminar a través de la historia valiéndonos de muchas herramientas, una de ellas: el derecho. Discriminar es solo una palabra (llena de matices). Tal como existió discriminación en la Grecia y Roma antiguas al otorgar los derechos de ciudadanos, asimismo en la Edad Media hasta la ilustración. Es en este punto de la historia donde la igualdad de los hombres se hace un imperativo de la justicia, y recordemos que al menos en teoría la justicia es hacia donde apunta la Ley. Hago un paréntesis aquí para recordar que la Ley estuvo por mucho tiempo unida a la moral, y la moral lo estaba a las costumbres. Es colectiva y general, a diferencia de la ética. A lo que voy es, si en una sociedad es moralmente aceptable, es costumbre, tener esclavos, subyugar a las mujeres o a los paganos, ignorar a los discapacitados, los enfermos y/o los ancianos, entonces estas conductas serán igualmente legales, o al menos toleradas por la Ley. Si no lo cree, tome usted un libro de historia. Ahora, la discriminación per se no es mala, es importante para el correcto ejercicio del pensamiento lógico (y del sentido común dirían algunos). Discriminamos todos los días. Cuando elegimos productos panameños sobre los extranjeros, cuando elegimos los pañales de nuestros hijos, nuestra pasta dental o el menú del almuerzo. En última instancia se trata de elegir en base a un criterio, aunque claro, es crucial diferenciar el acto de 'seleccionar' o 'elegir', que realizamos a diario, del acto de 'discriminar' en su acepción social, que implica vulnerar derechos. Cuando yo hago una especial distinción en una Ley entre grupos vulnerables para aumentar, reforzar o promover sus derechos no lo hago con un criterio de exclusión, todo lo contrario, es en búsqueda de una mayor inclusión. Aquí estoy discriminando de forma positiva, pero a esto se le llama de otra forma, se le conoce como inclusión. Reconocer la desigualdad existente a razón de etnia, religión, afinidad política, género, discapacidad, escolaridad, edad, entre muchas otras, es aterrizar las leyes en nuestra particular realidad como nación. Es por esto que la [CIDH recomienda](https://diego.ospinalaw.com/2024/08/16/principios-de-la-comision-interamericana-de-derechos-humanos-para-la-elaboracion-de-politicas-publicas/) abordar las políticas públicas con un enfoque de derechos humanos, lo que es lo mismo que brindar un tratamiento especial a grupos de personas que por sus particulares características no tendrán las mismas oportunidades de ejercer un derecho. La inclusión es la piedra angular de un régimen justo. Mientras que la igualdad que pregonan algunos en este diario es un espejismo, un simulacro, una falacia escupida a la cara. Sin inclusión, la igualdad es plana y unidimensional, ajena a la realidad de la sociedad humana, una carrera infinita donde fingimos que todos los corredores pueden ir a la misma velocidad mientras nos tapamos los ojos para no ver que algunos se arrastran. El discurso libertario disfraza la individualidad de libertad y la mezquindad de la justicia. Al final se felicitan entre ellos y se dan palmadas por ser oprimidos por un sistema del que también se benefician. Cuando se redactan las leyes es importante considerar que, si bien todas las personas son iguales ante la ley, no todas las personas pueden acudir a ella en las mismas condiciones. Reconocer que algunos necesitan más cuidado, que algunos requieren normas especiales o una carga impositiva menor, es llevar nuestro pobre derecho a algo cercano a la justicia. Sí, estamos discriminando, pero en beneficio de otros que lo necesitan.